sábado, 9 de septiembre de 2023

Crecer

Hoy hace un mes de mi último post, y sigo reencontrándome y poniendo en orden mis emociones, así que no me he podido resistir a volver a coger la pluma, o más bien dicho, el ipad, para volver a escribir mis ideas, sentimientos o lo que me venga a la cabeza a la vez que tecleo esta pantalla táctil…

Para empezar, tengo que contarte que he regresado hace poco de unas vacaciones sanadoras en Ibiza, una semana llena de buenos momentos en familia, de mucho sol, mucha sal, mucho azul mar, mucho azul cielo, y también mucho rojo de atardeceres y amaneceres en la isla bonita, en la que, aunque no te lo creas, he dormido con nórdico en agosto debido al microclima de nuestro apartamento, en el que ni las velas rosas, ni el sol del jardín, lograban calentar aquella estancia congelada a base de aire acondicionado.

Y ahora, a la vuelta de mis vacaciones, me he hecho el propósito de mantener la energía positiva de esa isla, que he traído bien guardada en mi maleta. 

Además, he seguido meditando en los cambios que han venido a mi vida en los últimos meses, y el crecimiento personal que estos cambios me están trayendo.

Echando la vista atrás, en estos últimos meses he salido totalmente de mi zona de confort emocional, me he enfrentado a mis sentimientos, mis inseguridades, y a lo más profundo de mi corazón. Estoy empezando a quererme más (¡y yo que pensaba que tenía la autoestima muy bien armada!), a tener más paciencia (siempre he sido un poco impaciente, sobretodo conmigo misma), a aguantar mis malos ratos sin recrearme en ellos, a centrarme más en lo positivo (¡también estaba convencida antes de que era una persona súper positiva!), y a comprender que lo que hacen los otros la mayoría de las veces no depende de mí, depende de ellos mismos, aunque mi actitud pueda influir relativamente, tanto en lo bueno como en lo malo.

Estoy aprendiendo a dejar ir, a soltar lastre, a pasar más tiempo con mis amigas (tengo la suerte de tener muy buenas amigas cerca) y a dejar que las cosas sigan su curso, tanto en lo profesional, como en lo personal, y más en concreto, en mi corazón.

Estoy aprendiendo a echar de menos a personas sin desesperar, y también aprendiendo a que por mucho que alguien me guste, por ejemplo M (mira mi post anterior si no sabes quién es M), me vuelva loca físicamente (o mejor dicho, químicamente) y además haya una conexión especial, si él no quiere, él y yo no vamos a poder estar juntos (léase M en este momento).

Estoy aprendiendo a que no debo ocultar tanto mis sentimientos, y a que debo decirle al otro lo que siento (lo que pienso no me lo suelo callar), y que no tengo porqué esconder las cosas bonitas que hago pensando en él. Por ejemplo, como aquella vez que llevé a M, el chico uruguayo, a cenar a un restaurante uruguayo de cerca de mi casa, y cuando él me preguntó si le llevaba allí porque era de su país, no fui capaz de decirle que sí, que me hacía ilusión hacerle feliz un ratito. ¿Y por qué se lo oculté? ¿Para no demostrarle que pensaba en él? Creo que para protegerme... pero mi propósito de ahora es no volver a ocultar las cosas bonitas que hago por los demás, porque los demás me tienen que conocer y querer como soy.

También estoy aprendiendo a escuchar los consejos de la gente que me quiere, pero sabiendo que son sólo eso, consejos, vistos desde fuera, y con la simplicidad de las personas que sólo me conocen a mí, y no a la otra parte de mi historia, y a que mi mejor consejera tengo que ser yo, escuchando mi voz interior.

En resumen, estoy en un año de cambios internos, de crecimiento (quién me iba a decir a mí que a los 50 tenía tanto por aprender), y de ser otra vez Yo, esa Nuria de 50 que ha retomado la ilusión y las ganas de vivir de la Nuria los 20.

¿Y qué pasará a partir de ahora? ¿Qué pasará en unas semanas o meses? ¿Quién entrará, saldrá o volverá a formar parte de mi vida? No tengo ni idea, pero tengo claro que para que llegue el mañana, tengo que vivir el hoy a tope, y a eso voy… de momento, esta noche a cenar con mis amigas, que conocen a la Nuria más auténtica y sincera, la que no se calla nunca lo que piensa, y la que se ríe y hace reír todo lo que puede, porque la vida son 4 días, ¡y 2 nos los pasamos durmiendo!

Y para acabar por hoy, os dejo una cita interesante para las personas en épocas de cambios. Es de Marián Rojas Estapé, en su libro "Cómo hacer que te pasen cosas buenas": "El sufrimiento nos ayuda a reflexionar, nos lleva al fondo de muchas cuestiones que nunca nos habríamos planteado. El dolor, cuando aparece, nos empuja a clarificar el sentido de nuestra vida, de nuestras convicciones más profundas. Las máscaras y apariencias se diluyen y surge nuestro verdadero yo....... el sufrimiento por lo tanto, transforma el corazón".

 




martes, 8 de agosto de 2023

Renacer

Hace ya casi tres años que no escribía en este blog… mis últimos posts fueron sobre recetas sanas, uno de mis hobbies, pero este blog empezó mucho tiempo antes, por otro motivo y con una orientación totalmente distinta. El motivo fue la necesidad de crear, y a la vez, de hacer auto terapia, cuando mi padre enfermó gravemente hace ya más de 10 años. La orientación inicial de este blog fue escribir sobre cosas que me gustaban, con el fin de valorar el lado bueno de las cosas en esos tiempos emocionalmente difíciles para mí.

Y hoy regreso aquí, para escribir algo mucho más personal, por la necesidad de plasmar mis sentimientos, y en cierta forma, también para volver a hacer terapia.

Los que me conocen me definen como una mujer independiente, fuerte, positiva y segura. Soy bastante discreta en cuanto a mi vida personal y sentimental, y muy poca gente, sólo mis mejores amigos y mi familia, conocen mi trayectoria en este aspecto. Lo cierto es que durante muchos años (gran parte de los últimos de la enfermedad de mi padre), cerré la puerta al amor, dedicándome sólo a mi trabajo y mi familia. Pero a finales de 2018 mi padre murió, y poco a poco volvimos todas (mi madre, mi hermana y yo) a la normalidad. Aunque mi normalidad se limitó a seguir con mi trabajo, y mis amistades de siempre… en el fondo creo que me daba miedo volver a sentir mis inseguridades en el terreno sentimental, en el que no soy tan segura como en el resto de facetas de mi vida...

Y así seguí hasta que un día a principios de 2020, 3 o 4 días antes de mi cumpleaños, Ana, mi entrenadora y amiga, me animó a unirme a una red social para conocer gente nueva. Lo hice a regañadientes, aunque gracias a esa red, conocí a un hombre, llamémosle N, con el que empecé a hablar y nos hicimos amigos… Al poco tiempo, apareció el Covid en nuestras vidas, el confinamiento, y esa amistad siguió en la distancia (él es inglés, y aunque vive en Barcelona, pasó gran parte del confinamiento en su país). Finalmente, tras varios encuentros en 2020, nos reencontramos en 2021, aún en esos tiempos convulsos de la era Covid, y empezamos una relación de “novios”… Con N compartíamos buenos momentos en Barcelona, aunque nuestra relación siempre estuvo marcada por la distancia, cierta frialdad por su parte, y sobretodo por la poca comunicación, en la distancia, y también por la poca comunicación en la cercanía en cuanto a sentimientos, cosa que al final, junto con otros factores que me guardo para mí, me llevaron, hace unos meses, a poner punto final a esa historia, que no me hacía feliz.

¿Y por qué no me hacía feliz? Porque no me sentía suficientemente valorada ni amada, pero sobretodo porque la que no estaba enamorada era yo, aunque eso lo he descubierto recientemente, luego veréis cómo…

Y una vez recuperada relativamente, decidí volver a la red social, y en esa red apareció M. ¿Y qué contar de M? Que apareció de repente, como un torbellino, o más bien como un huracán, y casi sin darme cuenta me vi inmersa en una historia intensa, con una primera cita un poco loca con final inesperado, y con una comunicación constante, diaria, y mucho más cercana y sincera de la que tuve en más de dos años con N. 

M era, o más bien es, el polo opuesto de N, activo, comunicativo, expresivo y papá (N no tenía hijos), y además, diría que M era un seductor. Un seductor que sabía tratar a una mujer, y que a mí me hizo sentir muy mujer. M me llevó a descubrir cosas de mí que a mi edad aún no había descubierto, y me hizo sentir, a mis 50, cosas que no sentía desde los veintitantos, cuando me enamoré por primera vez.

Pero M, aunque tenía muchas cosas buenas, también tenía un lado malo, su miedo al compromiso, su miedo a que le hiciesen daño (muchos seductores en el fondo son corazones rotos), y en el momento en que nos conocimos, diría que M estaba enganchado a los ligues fáciles de esa aplicación.

Viéndolo en el momento presente, creo que ya desde el principio, M intuyó que yo no era un ligue más,  porque cuando me doy, me doy, y creo también que eso M lo percibió o intuyó aunque yo no se lo dijese… Aunque a M le expliqué por activa y por pasiva que quería conocerle poco a poco, con calma, sin prisas, sin etiquetas, y sin compromisos oficiales, sólo con lealtad y respeto… M empezó su involución, y se alejó de mí antes de haberse acercado del todo, dejándome en pocos días casi tan descolocada como cuando le conocí un mes antes, pero mucho más triste, porque me dejó con la miel en los labios, literalmente… y también con la idea de que podía haber habido algo muy bonito entre nosotros, algo que al final no se materializó.

Y aquí estoy hoy, haciendo auto terapia de nuevo, y pensando que M apareció en mi vida como un aprendizaje intensivo, porque M tiene todo lo que quiero en un hombre, y también lo que no quiero, y en definitiva porque M me ha hecho sentir que a los 50 voy a ser capaz de sentir como a los 20, y dentro de la tristeza de la pérdida, porque M no va a volver, y aunque vuelva, creo que no le vería con los mismos ojos de antes, me siento esperanzada, pensando que me espera algo muy bueno en un tiempo no muy lejano.

Y si lo siguiente que me pasa no es tan bueno, estoy segura de que va a ser un nuevo aprendizaje,  y aquí estaré otra vez para contártelo...

PD: Por si sientes curiosidad, al final M dejó las redes para intentar centrase en alguna mujer, y yo sigo buscando la química que tuve con M pero con el hombre adecuado, es decir, un M sin miedos, y con ganas de tirarse de cabeza a la piscina, ¡pero con agua por supuesto!