domingo, 22 de octubre de 2017

Porque yo nací en el Mediterráneo

Escribo este artículo en unos días de reflexión sobre mi vida, unos días en los que veo que mi mundo cambia a marchas forzadas sin que yo haya hecho nada para cambiarlo...


Mirando al Mediterráneo en S'Agaró (Costa Brava)
 
La incertidumbre sobre el futuro produce a la mayoría de las personas desasosiego, inquietud y muchos sentimientos complicados de gestionar que tienden a desestabilizarnos... En mi caso, a la situación política y social del lugar en que vivo, se une la incertidumbre en el trabajo, donde también la política, aunque por razones diferentes, puede llevar a que mi empresa desaparezca, mi trabajo cambie, y no sólo eso, sino que mucho del trabajo que he hecho en los últimos años se pierda... Y como os digo, todo esto es difícil de gestionar sin perder mi equilibrio interior.
 
Los que me conocéis personalmente sabéis que no me gusta hablar de política ni sobre política, y que me he definido siempre como "apolítica", lo que no quiere decir que no me importen las cosas que pasan a mi alrededor, en mi país, en mi ciudad, sino que considero que los países, ciudades, etc. deben estar gobernados por buenos "gestores" que gestionen eficientemente los recursos y el dinero de todos, y nos hagan la vida lo más fácil posible. Una vida que muchas veces no es nada fácil, principalmente cuando nos faltan cosas fundamentales, como la salud...
 
Por otra parte, suelo evitar las polémicas, la negatividad y el ataque a y de los otros, y estos últimos tiempos están llenos de todo eso en Cataluña, donde vivo.
 
No sé si lo sabéis todos, pero nací en Barcelona, y me siento catalana, aunque, por mis orígenes, soy medio catalana (por mi padre y mi abuela materna), medio valenciana (por la rama de mi familia materna y por todo lo que me une a Castellón), y también un poco del Norte (mi abuelo paterno era de León, vivió en Galicia gran parte de su vida y he visitado esa tierra muchísimas veces en mi niñez). Además, he vivido mi niñez y juventud en Castellón, estudié en Zaragoza, y volví a Cataluña hace 20 años, por trabajo, y aquí sigo...

Imagen de la playa de Sant Pol, en S'Agaró
 
Siempre he admirado muchas virtudes de los catalanes: su sentido de la responsabilidad, su capacidad de trabajo, su seriedad, y su lealtad, y me he identificado con todos esos valores. Mis padres siempre me han enseñado a amar a la tierra en la que nací y donde ellos vivieron gran parte de su vida, y hoy en día gran parte de mi familia sigue viviendo aquí. Incluso he simpatizado durante mucho tiempo con el Nacionalismo catalán, el que siempre ha tratado de defender la identidad y las particularidades de los catalanes, como su idioma, que también es mi idioma, por supuesto, pues fue el primero que aprendí a hablar, sí, antes que el castellano.
 
Sin embargo, en las últimas semanas me he sentido una extraña en mi tierra, la situación ha cambiado y casi sin darnos cuenta, los acontecimientos se han precipitado, de forma que, dejando a un lado a la política, el día a día de todos es diferente y complicado, hay temas de conversación que se evitan, entre amigos y en el trabajo, principalmente si sabes que puedes discrepar con la opinión bien vista, es decir, "queremos ser independientes y España no nos entiende y nos maltrata"... Y ahora habría que añadir que "Europa tampoco nos entiende"...
 
En conclusión, ha pasado lo que yo nunca me imaginé que podría pasar en un lugar como Cataluña, y, salvando todas las distancias del mundo, me he llegado a sentir en ocasiones transportada al País Vasco de los años 90 que tanto visité, por lazos de amistad y por amor, y donde no entendía que la gente no fuese libre para decir lo que pensaba, principalmente si no estaba de acuerdo con el pensamiento de la Euskadi Abertzale.
 
Aquí en estos últimos tiempos, si no eres independentista puedes ser identificado con el pensamiento retrógrado, fascista y totalitario, y cuando has dicho que no todos los catalanes piensan igual, la respuesta más fácil ha sido decirte que no entendías nada, que lo que tenías que haber hecho el 1-O era ir a votar o que en Democracia se hace lo que la mayoría decide... y resulta que aquí la mayoría silenciosa no decía ni decidía nada.

Y hablo medio en presente, medio en pasado porque no sé exactamente qué está pasando ahora mismo o qué pasará los próximos días, no sé si el sueño de la Cataluña que iba a ser la nueva Suiza o Andorra, se va a desvanecer, se está desvaneciendo ya o seguirá sin desvanecerse nunca del todo...
 
Por otra parte, y aunque pueda parecer un poco cursi, siempre me he sentido ciudadana del mundo, me ha gustado viajar y sentirme como en casa allá donde he ido. En concreto, de pequeña tuve la suerte de recorrer casi todos los rincones de España con mis padres, y aprendí a apreciar la belleza del Norte, la cultura del Sur, la gastronomía de cada pueblo que visitábamos y las singularidades de cada zona, porque no hay una España sino muchas, y no hay un "Pueblo español" sino un conjunto de regiones muy diferentes entre ellas, que hay que apreciar y distinguir, lo mismo que aprecio y veo las singularidades de Cataluña. Además he vivido en la comunidad valenciana y en Zaragoza, y os aseguro que no tienen mucho que ver con otros españoles, por lo que me reafirmo en mi opinión de que no hay una España sino muchas.


Junto al mar Mediterráneo en el puerto de Castellón
 
Siguiendo con mi idea de sentirme ciudadana del mundo, las veces que he viajado al extranjero, en concreto a Europa, puedo decir lo mismo, me he sentido siempre bien allí donde he ido, aunque evidentemente no me identifico del todo con el carácter y las singularidades de otros países, pero sé que hay muchas cosas que nos unen.
 
Con estas reflexiones intento expresar lo que siento en estos momentos, y dejar claro lo que pienso, que no hay un pensamiento único en un lugar, que no hay una sola España, ni una sola Cataluña, y que empatizar con los otros para mí es la mejor manera de resolver los conflictos, que espero que se solucionen bien y lo antes posible, para poder volver a vivir tranquilos, los unos y los otros, porque aquí no hay catalanes buenos y malos, hay mucha gente que está sufriendo, y que no se lo merece, piense como piense. Y la que menos se merece todo esto que está pasando es la propia Cataluña.
 
Antes de continuar tengo que mencionar dos citas que estos días no dejan de estar en mi cabeza, la primera una frase de Montesquieu que siempre me acompaña: "todo ser humano es libre si su libertad no atenta a los demás", y la segunda una frase de Cervantes, que deseo que se cumpla pronto: "confia en el tiempo, suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades"

Estas dos frases son para mí mucho más importantes en estos tiempos difíciles, y me gustaría que muchos se las aplicasen antes de decir o hacer según qué. No me extiendo en las barbaridades y los sin sentido que he oído y visto estas semanas, pero sigo sin entender cómo hemos podido llegar hasta aquí y como nadie ha sido capaz de pararlo antes.

Está claro que lo que no depende de uno mismo, no debe ocuparnos más tiempo ni sufrimiento que el necesario para adaptarnos a la situación, y voy a seguir intentando vivir o sobrevivir lo mejor posible con mis dos grandes problemas, mi país y mi trabajo, y hacer la vida lo mejor posible a los que me rodean y a mí misma. Y si mi tierra y mi trabajo desaparecen, no descarto tener que empezar de nuevo, aunque seguramente va a ser muy duro...
 
Podría seguir escribiendo páginas y páginas sobre mis sentimientos, pero creo que es mejor acabar, al menos por hoy, y para terminar, nada mejor que una cita de una canción, que ha marcado mi vida: porque yo NACÍ EN EL MEDITERRÀNEO, y me siento muy orgullosa de ello.
 
Hasta pronto, y espero que entendáis, o por lo menos respetéis mis palabras, que no pretenden ni mucho menos ofender a nadie, sólo expresar lo que siento en estos momentos, en uno de los artículos más personales de este blog. Un beso a tod@s.

El Mediterráneo en Formentera
 

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